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RETROALIMENTANDO LA FORMACIÓN UNIVERSITARIA

2 de mayo de 2023

Un título de grado abre las puertas a escenarios diversos de la vida profesional. El ejercicio de la profesión puede llevarse a cabo no solo por el desarrollo de actividades aplicadas en el campo de estudio, sino también es posible desempeñarse en otras áreas, como la investigación y/o la docencia.

Los Licenciados Ivana, Beatriz y Rodolfo, egresados hace menos de tres años de la carrera Comercio Internacional, fueron integrados a la enseñanza para acompañar al titular de cátedra asignado.

"Fue un desafío finalizar mi carrera a comienzos de la pandemia, donde debíamos adaptarnos a la nueva modalidad de estudio. Pero no todo fue opacado por las restricciones que vivíamos en ese entonces. A mediados del año recibí la noticia desde coordinación de carrera, que fui seleccionada a formar parte de los alumnos ayudantes de cátedra. Fue un orgullo, poder comenzar esta linda profesión de enseñar", Lic. Ivana.

"En mi caso en particular me gradué de adulta, nunca bajé los brazos, y en el trayecto de la cursada siempre sentí admiración al intelecto de los profesores de mi carrera de Comercio Internacional. Por eso, cada vez que me toca acompañar en alguna de sus cátedras, surge la motivación y me permite ser el eterno estudiante, ya que al repasar los temas es cuando más se aprende de los mismos", Lic. Beatriz.

"Considero que cada profesional no solo es la suma de sus saberes, sino que también lleva consigo una parte de cada uno de los docentes que ha tenido a lo largo de su carrera. He tenido la suerte de tener profesores que me han inspirado para emprender el camino de la docencia; me han transmitido el conocimiento académico, y además me han demostrado la importancia de enseñar. Por ello, el poder participar del proceso formativo de cada uno de los estudiantes me resulta emocionante, me ha enseñado mucho, y es una tarea que cada día disfruto más." Lic. Rodolfo.

Decidir dedicarse a la enseñanza implica profundizar y conocer desde otro aspecto la profesión. Hay que mantenerse informado, actualizado, volver a estudiar lo que en algún momento se estudió y que quizás el tiempo dejó rezagos en la memoria, pero sobre todo hay que aprender a transmitirlo.

La transición de alumno a docente es un periodo en que se experimentan los deberes y obligaciones del profesor pero teniendo aún arraigadas las necesidades de los estudiantes. Se genera una especie de valor agregado al tratar de brindar lo que en algún momento, como alumno, uno creyó necesitar en la cátedra, ya sea un tema que era importante profundizar o simplemente una guía para organizarse con el tiempo al momento de presentar un trabajo practico; todo aquello que complementará los contenidos de la materia.

Es una realidad, que demanda un tiempo prudente preparar una clase, hay que repasar el material, investigar si hay actualizaciones, aprender los nuevos contenidos y buscar la manera de explicarlo, para que llegue de la forma más clara posible a los estudiantes; pero son cuestiones que con la base académica que proporciona el título de grado no resultan ser tan complejas.

Un aspecto relevante de esta transición es comprender que el rol del docente no se limita solamente a explicar los contenidos en clase, sino que existen cuestiones fuera del aula pero inherentes a la cátedra, las cuales vistas desde el rol del alumno suelen ser imperceptibles, pero que son necesarias para desarrollar el proceso de enseñanza de manera correcta.

Resulta imprescindible empatizar y trata de formar un vínculo con los estudiantes, hacerlos partícipes de su proceso de enseñanza, generar un feedback, estimularlos a que desarrollen competencias comunicativas, sociales y académicas, guiarlos para que mejoren su rendimiento; tarea que no siempre resulta sencilla de lograr porque cada cátedra es un mundo nuevo por descubrir.

Durante el corto trayecto que hemos recorrido en la docencia, podemos decir que es enriquecedora la experiencia de compartir cátedras con otros docentes y con los estudiantes, ya que hemos aprendido mucho sobre cómo organizar el material, como desenvolverse en el espacio áulico, como utilizar distintas herramientas para tratar de que la clase sea lo más placentera posible, entre otros.

Por último, no estaríamos siendo fieles a la verdad si dijéramos que pararse frente a los estudiantes no genera nervios, sobre todo en las primeras clases, las de conocimiento e integración del grupo; pero resulta gratificante cuando un estudiante te agradece por haberle explicado algo que no entendía, o en ocasiones con el simple hecho de afirmar haber entendido los contenidos explicados.

Es un orgullo para nosotros enfrentar este desafío, que al final de cuentas resulta ser una base, no solo para el entendimiento del campo que nos ocupa, sino también en lo que a la vida y a nuestro futuro profesional concierne.

AUTORES: Estudiantes de Comercio Internacional de la Universidad Provincial de Ezeiza, UPE.