PLUS

PLUS

LAS MUJERES Y EL MUNDO LABORAL A TRAVÉS DE LA HISTORIA

Sandra Ferrer Valero, autora de publicaciones y de libros de divulgación histórica sobre mujeres, nos comparte en esta entrevista sus conocimientos y reflexiones sobre la evolución del vínculo de las mujeres con el trabajo.

6 de marzo de 2023


Autora de publicaciones y de libros de divulgación histórica sobre mujeres, como por ejemplo, "Mujeres Silenciadas en la Edad Media (Punto de Vista Editores)" y "Breve historia de la Mujer y Breve Historia de Isabel de Castilla (Nowtilus)", Sandra Ferrer Valero nos comparte en esta entrevista sus conocimientos sobre la evolución del vínculo de las mujeres con el trabajo.

¿Cuál es el origen de la menor presencia femenina histórica en el mundo del trabajo?

La mujer en verdad ha trabajado siempre, el problema es que prácticamente desde el Neolítico el trabajo de la mujer se ha circunscripto al ámbito doméstico y el mismo, de manera tradicional, no ha estado remunerado.

Esto ha hecho que durante siglos, aproximadamente hasta la edad media, las mujeres trabajaban solo en el hogar y luego empezaron a participar de manera silenciosa en los negocios familiares. El ejemplo más claro son los gremios medievales, en los cuales una mujer no podía ser maestra del gremio, no podía dirigir ningún centro artesano, pero muchas tenían un papel importante en los talleres y afuera como ayudantes de su marido.

Esto fue posible porque los talleres artesanos estaban físicamente ubicados en el mismo lugar que las casas, es decir, que el ámbito doméstico y el ámbito laboral estaban interrelacionados físicamente. Esto hacía que cuando la mujer terminaba de cocinar, de limpiar y se iba a ayudar a su marido, no se visibilizaba porque no había un cambio de escenario.

Pero sin dudas, el papel de las mujeres fue determinante e importantísimo para el éxito de toda esta evolución empresarial desde la época gremial, la época de los descubrimientos, cuando la humanidad empieza la navegación por todo el planeta y el comercio es ya internacional.

Todo esto no hubiera sido posible sin las mujeres, que fueron como los motores de un barco, que no se ven, pero hacen que el barco se mueva. Pues en cierta forma, eso fueron las mujeres.

¿Qué sucede luego, en la edad moderna?

Cuando empieza a forjarse la revolución industrial, el entorno laboral se diferencia geográficamente del entorno familiar. Esto hace que las fábricas ya no sean las casas y la industria separa de manera dramática el espacio, ya no solo a pocos metros, sino del campo a la ciudad, obligan incluso a las familias a trasladarse.

Esto rompe totalmente con el esquema del trabajo doméstico vinculado al trabajo artesanal familiar. Esto supone que las mujeres empezaran a sufrir lo que se llamó tradicionalmente como la doble carga laboral, trabajo en casa y trabajo en la fábrica, porque cuando las mujeres se incorporaron al trabajo de la fábrica no se les quitó el trabajo doméstico, y este es un debate que se inició con la Revolución Industrial en el siglo XIX y continúa hasta nuestros días.

Todo esto hace que el encaje de las mujeres dentro del mundo laboral no sea fácil, porque hay toda una serie de elementos que no se los facilita. Esto genera una serie de conflictos que se pueden verificar, incluso, en los primeros sindicatos obreros, donde los propios obreros renegaban de las mujeres, que podían ser sus esposas, madres o hijas, porque decían que les quitaban su trabajo.

Por otro lado, el trabajo de la mujer tradicionalmente se degradó salarialmente, el mismo trabajo realizado por una mujer no se pagaba igual que el hecho por un hombre. Incluso las mujeres que empezaron a despuntar en el mundo empresarial o profesional, ya sea como médicas o maestras, por ejemplo, también sufrieron lo mismo.

En primer lugar les costaba profesionalizar su trabajo, de hecho muchas mujeres fueron profesionales por su propio esfuerzo, pero no porque tuvieran un título universitario, ya que las universidades no les abrieron sus puertas prácticamente hasta finales del siglo XIX.

Esto hizo que pudieran trabajar, pero por el hecho de no tener títulos universitarios se justificaba que cobraran menos.


En consecuencia, la evolución del trabajo femenino ha sido una lucha que, de hecho, es una de las principales reivindicaciones de los movimientos feministas, junto con el derecho al voto y el derecho a la educación.

¿Cuál es tu mirada sobre lo que sucede en la actualidad en relación a la igualdad de género en el ámbito laboral?

Actualmente, creo que se ha derivado ya no tanto en una cuestión académica sino en una cuestión de conciliación laboral, es decir, una mujer cobra menos porque al final acabará cuidando a sus hijos.

A mí me ha pasado y lo he visto en otros casos, que ahora las mujeres son las que asumen la reducción laboral en relación a los hombres, con lo cual aquí ya no es injusticia sino que es matemático. Si trabajo menos cobraré menos, pero trabajo menos en la carga laboral de la oficina, de la fábrica, pero no trabajo menos en mi casa.

La doble carga laboral sigue existiendo, el trabajo doméstico no se remunera y el trabajo profesional se remunera menos porque además, tradicionalmente, se ha considerado que el sueldo de la mujer ha sido un apoyo al sueldo del marido. Se ha considerado históricamente que el padre era el responsable del sueldo familiar y la mujer era la que cuidaba de los hijos. Y si en algún momento ellas se incorporaban al mundo laboral era como un complemento, por lo que no hacía falta que fuera igual su sueldo al de su marido.

¿Cuál es tu mirada sobre la situación actual? ¿En qué etapa de todo este proceso consideras que nos encontramos y cuál es tu perspectiva?

Yo creo que en la actualidad las barreras objetivas han desaparecido, véase el acceso a la universidad, a nivel objetivo y a nivel legal. A nivel legal las mujeres somos iguales ante la ley. Todas las mujeres pueden estudiar igual que los hombres, pueden trabajar igual, no hay una limitación que esté escrita en una ley como sucedía siglos atrás, pero sí existen todavía limitaciones sociales y reales, tan claras como el hecho de la maternidad.

Esto hace que el tema de la igualdad hoy sea un reto de la mujer y del hombre como ser social. Las mujeres tienen que asumir que son ellas quienes dan a luz, con lo cual ese período de su vida supone un paréntesis, pero deben conseguir que ese paréntesis sea eso, simplemente un paréntesis. Yo creo que estamos en ese punto.

Hay muchos modelos sociales en el mundo y muchos retos, y hoy estamos en un punto muchísimo mejor que hace dos siglos, por supuesto, pero aún es difícil encontrar una situación ideal para todos.

Existen empresas que tienen una apertura de mente más moderna y mucho más avanzada, mientras que otras pareciera que están en la época de las fábricas del siglo XIX. Afortunadamente se van sumando aquellas que dan esta libertad, que te permiten teletrabajar, que ofrecen flexibilidad horaria para poder "encajar" con el cuidado de los hijos, es decir, que hay ejemplos que nos demuestran que la conciliación es posible, pero depende ya de cada caso.

Considero que estamos avanzando en este sentido y que muchas compañías, como por ejemplo las nuevas del ámbito tecnológico, están tomando consciencia de que es posible lograr este equilibrio y que finalmente resulta también más rentable con lo que ganan todos.

Ya no se trata de una lucha de la mujer concreta, sino de un beneficio de todo el sistema empresarial.