En conversación con Movant Connection, Javier Jamui, nos brinda su análisis sobre la inteligencia artificial en la educación.

¿Cómo es posible aplicar la inteligencia artificial para la formación profesional?

La inteligencia artificial no es algo nuevo, es algo que tiene ya varios años. De hecho, los algoritmos o los protocolos de inteligencia artificial comenzaron en la década del 50. Respecto de la formación profesional, es una herramienta sumamente potente capaz de ayudar desde diversos lugares. Entre ellos, nos puede servir como un asistente extremadamente preciso, ya que nos independiza de tener que recordar datos que quizás no resulten tan relevantes y nos permitiría enfocar las energías en otro tipo de habilidades.

¿Cómo imaginas que se van a ir integrando en una clase, por ejemplo, o en una formación profesional?

Los paradigmas educativos cambian a una velocidad bastante más lenta de lo que cambia la tecnología. En términos generales, la escuela, como institución educativa, es resistente a este tipo de cambios. Pero, sin embargo, va a tener que adaptarse relativamente rápido, porque los estudiantes ya lo están utilizando, ya está en marcha y es inevitable. Probablemente el desafío tenga que ver en como integrar estas herramientas para potenciar los procesos de enseñanza y aprendizaje.

En este sentido, sería deseable integrar diferentes tipos de tecnologías, como las inmersivas, la realidad aumentada, que no solo permiten analizar simulaciones, sino directamente "vivirlas". De esta manera en lugar de estudiar cuál es el curso de un río, podríamos navegarlo sin necesidad de estar allí. Esto es algo que hoy por hoy no es tan lejano. Por eso, este tipo de interacciones, este tipo de experiencias educativas, llevarían la enseñanza a otro nivel que suponemos pero desconocemos.

En la formación profesional es otro aspecto donde la inteligencia artificial puede aportar muchísimo, dado que podría darnos la capacidad para brindar trayectorias personalizadas. Es decir, si somos capaces de medir las habilidades de cada uno podemos saber que aspectos de la práctica profesional queremos habilitar, fortalecer o estimular, es posible construir espacios de formación profesional a medida para los colaboradores de una empresa. De esta manera, midiendo el desempeño y la performance, podríamos diseñar un programa de formación sumamente preciso para esa persona de acuerdo a lo que puntualmente necesita.

¿Cómo percibe la aceptación de estas innovaciones, las innovaciones tecnológicas y la inteligencia artificial entre las distintas generaciones de profesionales y estudiantes?

Resulta esperable que haya personas se muestren reticentes y más resistentes a este tipo de avances. Ya que, por supuesto, tratan de conservar los espacios de poder o de confort y pedirle a alguien que tenga que repensar nuevamente su saber y su mundo laboral, no es sencillo y es comprensible. Nuestro rol como docentes es formar a las personas que serán las diseñen y productores las nuevas tecnologías que hoy todavía no existen. En ese sentido, la tarea más fuerte debería ser poder generar o estimular no solo las competencias tecnológicas, sino también las habilidades blandas como la creatividad, la comunicación, el liderazgo, la empatía, el trabajo colaborativo que resultan cada vez más importantes en el mercado laboral. Desde ahí la tecnología da un sin fin de posibilidades para poder trabajar sobre la estimulación de habilidades sociales.

¿En que estadio de este proceso nos encontramos actualmente?

Probablemente estamos frente al inicio de algún tipo de cambio de paradigmas que todavía no sabemos hacia dónde nos va a llevar y es resulta difícil convivir con esa incertidumbre. Pero más tarde o más temprano, tendremos que repensar nuestros roles, no solamente en el mundo de la educación, sino en el mundo profesional, en general.

Por más que suene antipático, por más que suene incómodo, vamos a tener que pensar cómo darle un mayor valor a nuestra actividad. Hoy tenemos la posibilidad de utilizar este tipo de herramientas para poder hacerlo.