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EL DERECHO ANTE LA VERTIGINOSA EVOLUCIÓN DE LA IA EN EL COMERCIO INTERNACIONAL

5 de junio de 2023

La tecnología está reconfigurando las relaciones sociales y contractuales alrededor de todo el mundo, ante lo que es necesario un marco legal que permita armonizar legislativamente los vínculos comerciales. Sobre esto dialogamos con Alejandro, quien nos brinda su mirada especializada como profesional del Derecho.

¿Cómo describirías la importancia del derecho en actividades como la logística y el comercio internacional?

El derecho proporciona pautas preestablecidas para las relaciones humanas entre ellas y con mayor razón aquellas que involucran actividades económicas internacionales como las que se presentan en el ámbito del comercio internacional.

Contar con reglas claras es fundamental para que los actores económicos puedan desarrollar sus proyectos a mediano y largo plazo. Es un presupuesto de la inversión y con ello de la generación de trabajo y de ingresos. El mundo se ha globalizado y eso requiere de mucha mayor armonización legislativa. El derecho debe formar parte de las soluciones a la complejidad que surge de estas relaciones multipolares.

¿Cómo impactan las innovaciones tecnológicas relacionadas con la inteligencia artificial en la dinámica del derecho aplicado a las operaciones de comercio internacional?

La IA tiene un potencial que, a pesar de la explosión que se ha dado en los últimos meses, apenas alcanzamos a avizorar. Esta tecnología tiene dos características que la hacen especial, por una parte, su impacto absolutamente transversal y, por otro, el hecho de que proporciona un piso de posibilidades de uso pero sin techo, pues eso dependerá de las aplicaciones que puedan imaginar y llevar a la práctica los propios usuarios.

En este contexto, veremos seguramente una amplia variedad de casos de aplicación en las operaciones internacionales, pues con ellas se podrá hacer mucho más efectivas y eficaces todos los procesos vinculados a las transacciones y a la logística que implica el movimiento de mercaderías a nivel global.

En esta línea de razonamiento el derecho tiene que entender primero y receptar luego estas posibilidades, para generar normativas que puedan balancear las ventajas de operar con IA, al mismo tiempo que proteger los derechos esenciales y prever las posibles controversias que su uso puede representar.

¿Qué nivel de seguridad, transparencia y agilidad se podría obtener con la aplicación de IA en este sentido?

Como se ha mencionado es una herramienta cuyos reales alcances dependen de su utilización concreta. En todo caso, lo que hay que prever y planificar en los desarrollos que incluyan IA, son todas aquellas medidas que puedan potenciar la seguridad, transparencia y agilidad. La IA en sí misma, en materia de seguridad y transparencia puede ser o bien un gran aliado, o bien un gran problema. Por ello es fundamental el tipo de aplicación y el contexto en el que se utilicen.

La seguridad en materia de comercio internacional es un valor que acompaña los resultados económicos que se pueden obtener por la agilidad que se ganaría con estos sistemas. Por su parte, la transparencia también debe ser incluida en esa ecuación de modo que la adopción de tecnologías IA se haga en un marco de beneficio para el sector. No sería aconsejable que las empresas por estar de alguna manera seducidas y urgidas por subirse a la ola de la IA, no presten atención a estos aspectos, pues así como las ventajas pueden ser muy grandes, también lo son potenciales resultados adversos.

¿Cómo imagina el futuro de la relación entre la tecnología, el derecho y el comercio internacional?

Se trata de tres actividades llamadas a interactuar de manera profunda. La sociedad que se viene con los desarrollos tecnológicos tan profundos como los que estamos observando, sin duda van a reconfigurar todas las relaciones sociales. Probablemente veremos en lo inmediato grandes posibilidades derivadas de dos de las tecnologías emergentes como lo son blockchain y los desarrollos de IA. Blockchain puede aportar un valor fundamental en los aspectos de la logística de mercadería a nivel internacional, asegurando las condiciones de seguridad y transparencia que mencionábamos antes y para ello se puede complementar con dispositivos y sensores en lo que conocemos como Internet de las Cosas (IoT), que podría ser el tercer eje en esta plataforma que impulse el comercio internacional a otra etapa.

Nada de esto podría prosperar si no hay un marco jurídico que acompañe estos desarrollos, puesto que tecnologías o soluciones que tienen la capacidad de impactar de manera beneficiosa pueden ver retrasada su implementación si hay incertidumbre en cuanto a las consecuencias legales que pueden tener. Y es aquí donde encontramos el nudo de la cuestión, pues la velocidad del desarrollo tecnológico y su posible utilización no coincide con la de la creación y evolución del derecho.

Aun los sistemas legislativos más eficientes de los países más desarrollados serán puestos a prueba en esta carrera y este reto sobre qué, cómo y cuándo regular. Esto será más evidente en países de tradición romanista continental como el nuestro donde hay una tendencia a la legislación casuística, algo que ya no se podrá hacer a menos que nos quedemos con leyes que a poco de sancionarse queden desactualizadas.

Posiblemente asistamos a una confluencia con el derecho anglosajón, en el que haya normas lo suficientemente amplias como para no nacer antiguas, junto con la necesidad de contar con jueces y abogados formados en las temáticas del cambio tecnológico, que puedan adaptarlas e interpretarlas al caso concreto. En ese sentido hay cierta ventaja en materias como el derecho comercial y el derecho internacional, pues contempla y admite un instrumental interpretativo de los que por ejemplo carece, por su naturaleza, el derecho penal.

¿Cuál sería el rol de los abogados en un contexto de digitalización y automatización de la gestión de estas operaciones?

Los abogados provenimos de una actividad que ha sido tradicionalmente conservadora en su desempeño, un poco por formación y otro poco por esa necesidad del derecho de aportar esas pautas claras para la interacción social, política y económica.

Lo que sucede es que actualmente los cambios sociales, en base al desarrollo tecnológico, son tan profundos y acelerados que el derecho corre riesgo cierto de volverse anacrónico u obsoleto; lo cual va contra la propia naturaleza de herramienta social que ostenta.

De allí que el cambio más que una recomendación es una necesidad. Afortunadamente estamos apreciando un gran movimiento en los profesionales del derecho, cada vez con más intereses, con más predisposición para actualizarse, para adoptar no solamente herramientas sino también metodologías más modernas y ágiles que le permiten sumarse a equipos de trabajo colaborativos y dinámicos con alta sensibilidad a poder operar en entornos de incertidumbre. La figura tradicional de los abogados dará paso a otra más amplia y significativa de operadores jurídicos.

Hace más de 20 años que estoy en la docencia del derecho desde la óptica sociojurídica y del derecho informático y realmente es muy alentador ver cómo estos temas han dejado de ser un nicho en los que participábamos unos poco exponentes atípicos del derecho y hoy hay cada vez más personas, estudiantes y jóvenes graduados que incluso desde antes de finalizar sus estudios ya están participando y formándose en estas temáticas que demandan ante todo, una gran habilidad de adaptarse a los cambios y una capacidad de aprender de manera continua.